martes, noviembre 16, 2010

El fraude de los másteres oficiales

Hoy tengo en el punto de mira los másteres oficiales interuniversitarios, y de una manera más general, al plan Bolonia. Dicen los sabios que no se puede criticar algo sin concerlo, y si bien el renombrado y polémico plan Bolonia y sus grados estuvieron relativamente lejos de afectarme (bueno, al menos directamente) sí lo ha hecho lo que viene después: los másteres oficiales. Porque soy estudiante de doctorado. Y ya el doctorado tampoco es lo que era. Antes tenías dos años de supuesta formación, el DEA (Diploma de Estudios Avanzados), que básicamente eran una serie de charlas y prácticas destinadas a enfrentarte a una segunda etapa, la investigadora propiamente dicha, durante otros dos años. 

Pero ahora se respiran aires de cambio. Bolonia está aquí y no sólo en los grados. También consiguió modificar el anticuado sistema de doctorado. Y ahora los cursos doctorales han sido sustituidos por másteres oficiales. Uno puede pensar que es una buena idea, se hace en un año lo mismo que antes se hacía en dos. Yo, que he visto ambos mundos, hubiera preferido los cursos de doctorado. Quizás en el pasado los que pensaron cómo sería Bolonia tuvieran bonitos propósitos. Para mí se han quedado en eso, en propósitos. 

Cuando uno piensa en hacer un máster universitario piensa en profundizar en cosas que hasta ese momento han sido bastante superficiales. Al menos esa es la idea que tengo yo al respecto. El máster universitario que estoy dando, que por cierto cuesta una friolera de 2.000 euros, pretende sin embargo ser un repaso a lo ya ampliamente visto en la carrera. Consta de 70 profesores (más que alumnos), de forma que no repetimos apenas nunca. Algunos de ellos están más motivados, otros se nota que simplemente lo hacen por el número de tres cifras (no quiero precisar más) que se llevan con cada sesión. Presentaciones redactadas el día anterior, datos erróneos, incluso confusos, son la tónica de cada día. Han llegado a decirnos que, con el dineral que hemos pagado, cómo no íbamos a aprobar (allá cada cual como lo interprete). Otros, como no tienen ganas de corregir, nos dicen las preguntas que caerán en el examen (porque a estas alturas se retoman los exámenes, mas los trabajos, que son el pilar básico de Bolonia claro); mientras que otros más prácticos pasan hasta de corregir trabajos obligándonos a ir a unas conferencias que coinciden con horas de clase (y que por cierto son de asistencia obligatoria, ¿qué hago, me desdoblo?). Y ya si el máster es interuniversitario, como en mi caso, prepárate: coordinación nula entre universidades (cada una a su aire), sin saber dónde te tocará ir al día siguiente (porque se dan todas las asignaturas en diferentes universidades "para facilitar los desplazamientos", dicen, y yo digo que no se lo creen ni ellos, y con el peregrinaje de casi dos horas al día, porque sí, nos facilitan los desplazamientos una barbaridad. Para colmo, y como ya he avanzado, el nivel es lamentable: cosas que ya hemos dado explicadas deprisa y corriendo, asignaturas de 4 meses de la licenciatura resumidas en 4 horas de clase intensiva cada día. Y ahora yo me pregunto: como esto está planeado ya para los nuevos alumnos procedentes de grado, me pregunto ¿cuál es el nivel con que esperan salir esos desdichados?. En fin, el tiempo lo dirá. Yo mientras recurriré a los apuntes de la carrera, puesto que me fío más de ellos. Pero en mi opinión el ministerio (que es el que paga mi matrícula) está tirando el dinero a la basura. Y así va España. Aquí, los ideales bonitos y nobles siempre quedan en palabras.

Y de consuelo, ¿qué nos queda? Pues simplemente contar los días para acabar con la tortura, y esperar a final de mes, que al menos me pagan por soportar esto.