lunes, febrero 02, 2009

"La vida es sueño...

... y mis sueños, MÍOS son"

Hace mucho, mucho tiempo que no escribo. No escribo desde el año pasado, desde antes que decidiera iniciar el viaje hacia un sueño que no era el mío. Y ¿qué pasa cuando haces algo que no quieres hacer? Pues lógicamente no sale bien, y sientes que has perdido el tiempo.


Y es que allá por Noviembre de 2008 comencé con el temido doctorado, lo que (como ya he asegurado en otras ocasiones, testigos son los que me leen) no quería hacer. ¿Por qué lo hice entonces? Simple. Algo tenía que hacer con mi vida ahora que la vida laboral está tan difícil (prueba de ello son los muchos sitios de los que me tiraron antes de tomar esta decisión desesperada). Con ese simple gesto mis queridos y adorados padres cumplieron su sueño, pues siempre me habían insistido que era lo mejor para mí (¿o he de decir "para ellos"?). El tiempo pasó, aunque no tardé ni un par de meses en darme cuenta que ese no era mi sitio, que eso no era lo que quería hacer. Cada vez que era consciente de que al día siguiente tenía que ir al laboratorio me recorría una sensación de desasosiego y malestar. Cuando eso pasa, claramente las cosas no están bien. Así es que, hace un par de semanas, no pude soportarlo más y decidí dejar mis aventuras y desventuras doctoriles de lado, y dedicarme a otra cosa que no hiciera sentirme tan mal. Así se lo comuniqué a mis padres. Cataclismo en sus vidas, la niña ha renunciado a su sueño impuesto y ha decidido andar por el mal camino del libre albedrío. "Se arrepentirá y debemos impedir que en un futuro sea infeliz", pensarían.
Su primer intento de hacerme rectificar fue antes de que en el laboratorio dijera que me iba, aunque ya sabía que allí no podía estar. Vinieron comentándome que estaba en un sitio de prestigio, que debía estar ahí, que en todo caso cogiera experiencia durante un año y después si encontraba algo mejor lo dejara (no podían creer que iba a dejarlo, una vez que empiezas no sales, obviamente debieron de pensar que yo si podría llegar a creerlo). Durante los días que siguieron, cuando estaba trabajando, me corroía la ira pensando que debía seguir allí por lo menos hasta acabar Enero, y pensaba qué feliz sería cuando al fin no tuviera que volver más, era lo único que hacía soportable tener que estar allí sin querer estarlo.
Finalmente lo dejé la penúltima semana de Enero, y su primera reacción fue la de retirarme la palabra y demostrar mediante gestos su enfado monumental. Ahora han decidido usar la técnica del menosprecio: dicen que si lo he dejado ha sido porque he visto que no soy capaz de estar en un centro tan bueno, con tanto prestigio (no voy a hablar del supuesto "prestigio" del lugar, pues deja mucho que desear...), después de haber estudiado en la universidad de Alcalá de Henares, que según ellos es un asco docentemente hablando (genial). Les ha faltado decirme que es que el problema es que soy tonta, y no puedo enfrentarme a algo que me queda tan grande...
En fin, si así dejan de darme la brasa, lo dicho, soy tonta y no sirvo para hacer el doctorado (amén).