miércoles, junio 15, 2011

Días de desidia y hastío

Cuando uno está en la mierda, siempre piensa que no se puede ir a peor. Pero parece que siempre se puede ir a peor. Esa es al menos la principal experiencia que podría sacar de la vida. Vengo, para no variar, cargada de ánimos y optimista como siempre. Hace ya más de tres años y medio que estaba en proceso de poner el culo trabajando gratis en algo que ni me iba ni me venía, en resumen, la tesis doctoral, que hacía mucho tiempo sabía que no quería hacer. Y cuando lo dejé me juré que no volvería a cometer semejante error con mi vida, que vaya, antes muerta que repetir esa experiencia. Pero dos años después, y vistas las expectativas de futuro y laborales que hay en este maravilloso (notese el sarcasmo) país, caí de nuevo. 

Y dicho esto, aquí me ando, habiendo pasado casi un año en este mar tempestuoso que es la investigación y, particularmente la tesis doctoral. Y he de decir que, lo que en un principio no parecía tan malo, esta llegando a convertirse en un infierno en vida. Supongo que parecerá que exagero. Y es posible que lo haga. Creo que todo el mundo tiene días en los que piensa que es mejor no haberse levantado de la cama, cosa perfectamente normal. El problema de verdad se plantea cuando no pasa un solo día en el que no sientas que estás perdiendo el tiempo, y que efectivamente más te valdría quedarte durmiendo en casa.

Al principio, cuando evaluaba los pros y los contras de la situación en la que estaba a punto de embarcarme, solo veía pros. Estaba cerca de casa y tardaba casi nada en llegar (al contrario de lo que me pasaba en el anterior intento, en el que estaba a dos horas de ida + dos horas de vuelta del trabajo), me pagaban desde el principio, y hasta venía con máster gratis incluido, que quieras que no viene bien en un país con cierta tendencia a la titulitis (y ni te cuento en otros países, si se diera el caso). Entre los contras, quizás cabría señalar el miedo inevitable que sentí después de aquel primer intento fallido. Pero bueno, que mas daba, la situación no era comparable. Así que allá me lance. 

Siempre pensé que hacer el doctorado me iba a llenar de responsabilidades que no estaba segura de querer aceptar. Supongo que, en definitiva, eso es lo que debería de estar aprendiendo, y para lo que debería de estar entrenándome. Cosa que, si le echas coj**es para aceptar lo que supone eso, debería de "molar" (al final todos soñamos con tener la idea feliz que permita encontrar la vacuna contra el SIDA). Pero lo cierto, al menos en mi caso, es que no esta siendo así. Lo que hago la mayoría del tiempo son cosas que podría hacer hasta un mono con pipeta, título muy descriptivo adoptado por un amigo para definir a todo aquel que tiene una tarea monótona y aburrida en la que no se necesita pensar nada. Y aun así doy gracias el día en que tengo algo que hacer. Hay días, como bien podría ser hoy y que muchas veces amenazan en convertirse en semanas, en las que no tengo nada que hacer. Uno podría pensar que es una suerte estar sin hacer nada, mirando a la pared, mientras el bendito Gobierno te paga tu salario cada mes. Pero, al menos para mi, nada mas lejos de la realidad. Simplemente soy incapaz de soportarlo. Mi tiempo se pierde en un sitio donde no quiero estar, donde nunca llega el sol (porque vivo "enterrada en vida" en un sótano, y con la sensación de que no voy a aguantar para nada estos tres años que me quedan, y que mas me vale dar gracias a mi paciencia si es que cada día consigo levantarme para volver a esta rutina intolerable. Así que sí, siempre puede ser peor. Desde luego y con esta perspectiva, a mejor parece difícil. 

No hay comentarios: